Allan Abarca Prado
Fundador y Director de Grupo Aplix Latinoamérica
Aliado de Servicios, Desarrollo y Distribución de Grupo Softland
Cuando se piensa en hacer crecer los negocios, de forma predeterminada se antepone los números positivos sobre los objetivos por alcanzar, en el entendido que esto es el fin primordial de la estabilidad empresarial, la tendencia es ocuparnos en alcanzar el resultado con éxito sin importar los medios.
El ADN de los negocios está conformado por una serie de elementos poco científicos intrínsecamente relacionados con el instinto de supervivencia humana, y que no tiene otra consecuencia que la degradación de las sanas relaciones comerciales, como resultado de omitir los mecanismos para evitar el comportamiento primitivo.
La ética en los negocios es la llave más importante para la buena coexistencia en los entornos empresariales. Si una empresa o negocio desea ser percibida como un aliado leal, debe implementar los elementos de este concepto por si misma. Existen algunos conceptos que han sido ampliamente aceptados como ética de negocios, los cuales han sido introducidos a causa de los cambios en la esfera de las operaciones modernas empresariales.
Un ejemplo de ello es la reciente implementación en las empresas de Responsabilidad Social Corporativa, y que opera bajo el principio de generar un impacto positivo en la sociedad civil. No obstante, estos esfuerzos son inútiles cuando somos permisivos al aceptar prácticas poco éticas y profesionales en las relaciones empresariales. Cada uno de los actores en el entorno de las empresas es responsable de asegurar la ética, tal es el caso de los proveedores, clientes y colaboradores, todos somos parte de este ecosistema. Para alcanzarla es imprescindible la creación de un código de ética, un ente auditor y el ojo clínico de cada auditor en potencia que opera en toda esta cadena.
“Se requieren 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla.”
Warren E. Buffett
